yegua-recuperada-0Un porcentaje cada vez más numeroso de las consultas sobre nutrición equina que recibimos en Covaza procede, lamentablemente, de clientes que han comprado o se han hecho cargo de un caballo en unas condiciones físicas deplorables. Algo que, por cierto, habla muy bien de estos amigos, que demuestran amar y respetar realmente a los animales.

Cuando tenemos ante nosotros un caballo al que, como popularmente se dice, podemos contar cada uno de los huesos, con una cabeza desproporcionadamente grande en comparación con el cuerpo y en posición sumisa, cuyas orejas apenas se mueven para percibir lo que ocurre a su alrededor, con ojos tristes, aburridos y sin expresión, que no interactúa con el resto de la manada, que no mueve la cola y la tiene siempre baja… estamos ante un caballo “muerto de hambre”, por duro que suene.

La gravedad del problema nos ha animado a escribir este artículo, que puede ayudar a recuperar a estos animales, y que dedicamos de un modo especial a aquellas personas que o bien trabajáis en centros de rescate de caballos o individualmente habéis apostado por dar una segunda oportunidad a los equinos que se hallan en esta situación. Gracias, en nombre de todos los que amamos a los caballos, por vuestro empeño en darles la vida que merecen.

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Yegua hispano-árabe de 9 años cuando llegó, en condiciones deplorables,  al Club Hípico El Saytón, clientes y amigos de Covaza.

¿Cómo realimentar un caballo demacrado?

Un grupo de investigadores de la Universidad de California Davis* ha desarrollado, tras un exhaustivo trabajo de campo,
unas recomendaciones de manejo para realimentar un caballo demacrado.

Su objetivo era reducir al mínimo el denominado “síndrome de realimentación” que pueden provocar las dietas calóricas concentradas en animales que han pasado hambre y que pueden derivar en insuficiencia cardiaca, renal o respiratoria después de 3 a 5 días de la comida inicial.

El programa que recomiendan para recuperar a un caballo demacrado (que exige una báscula para pesar el alimento) se divide en tres fases:

Días 1 – 3:

Suministrar cada 4 horas 0’5 kg de heno de alfalfa de buena calidad (total: 6 veces al día). Contactar con un veterinario para evaluar el estado de salud del caballo.

Días 4 – 10:

Lentamente, aumentar la cantidad de alfalfa de cada toma y reducir el número de tomas, de manera que en el día 6 hay que suministrar 2 kg de heno de alfalfa cada 8 horas (un total de 6 kg de heno de alfalfa al día).

Día 10 y durante varios meses:

Suministrar tanta alfalfa como el caballo pueda comer y reducir las tomas a dos veces al día.

Proporcionar un bloque de sales minerales.

No suministrar alimentos concentrados (granos de cereales, piensos…) hasta que el caballo no esté bien recuperado (cuidado: hacerlo prematuramente puede complicar la recuperación metabólica normal y ocasionar la muerte).

Se debe proporcionar al caballo agua limpia y fresca constantemente.

Una buena recuperación pasa también por una desparasitación correcta y una revisión dental adecuada.

Se pueden añadir otros tipos de heno, como el de hierbas, después de las dos primeras semanas, pero lentamente.

La mejor manera de introducir de nuevo un alimento en la dieta equina es, como concluye el estudio, a base de pequeñas y frecuentes cantidades de heno de alfalfa de buena calidad, que se caracteriza por ser frondosa, de tallos finos y exenta de polvo y mohos. Su contenido en proteína está entre el 16%-17%.

El caballo mostrará signos de recuperación en las siguientes dos semanas al inicio del programa. El movimiento de las orejas, cola y cabeza y la expresión de los ojos serán los primeros síntomas de mejora que detectaremos.

El aumento de peso lo podremos apreciar en el transcurso de un mes, pero necesitaremos de tres a cinco para recuperar el caballo por completo hasta llegar a su condición corporal adecuada.

En todo este periodo es conveniente la revisión de un veterinario y de un nutricionista equino por si surgiera algún imprevisto.

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Tras un completo plan de recuperación, la yegua  no solo alcanzó una condición corporal óptima, sino que, además, estos grandes profesionales de El Saytón la están preparando para competir en enganche

Dietas descartadas

Además de la dieta de heno de alfalfa, los investigadores norteamericanos implementaron la dieta de pienso completo y la de heno de avena.

La primera, al tener un mayor nivel de carbohidratos, hizo que la liberación de insulina fuera mayor. Aunque la función de ésta es facilitar la absorción de los carbohidratos a través del torrente sanguíneo y almacenarlos en las células para su uso como energía en el futuro, también provoca que baje el contenido de los electrolitos fósforo y magnesio aportados por la circulación a las células. Esta deficiencia puede desembocar en fallos cardiacos, renales y respiratorios. El efecto no se puede detectar en los primeros días de suministro de esta ración, pero pueden aparecer después de algunos días o semanas por la continua segregación de insulina y la baja cantidad de electrolitos necesaria para el correcto funcionamiento del organismo.

Por su parte, la dieta a base de heno de avena era muy voluminosa (las tres dietas debían aportar las mismas calorías), y eso produjo diarreas en algunos caballos. Además, algunos nutrientes esenciales como el fósforo y el magnesio eran bajos en comparación con las otras dos.

Como ya hemos destacado, la dieta finalmente recomendada por los investigadores, a base de heno de alfalfa, fue la que mejores resultados dio debido su alto nivel de proteína de calidad y los electrolitos fósforo y magnesio. Tengamos en cuenta también que esta dieta, por su bajo aporte en almidón, minimizó la respuesta a la insulina.

Los peligros de la inanición

En un proceso metabólico normal el caballo utiliza sus reservas de hidratos de carbono y posteriormente sus reservas grasas para generar energía, necesaria para realizar distintas funciones. Estas reservas se vuelven a reponer a través de los nutrientes contenidos en los alimentos, y este ciclo es constante.

Cuando el suministro de alimentos cesa, lo hacen también los aportes de nutrientes, y en ese momento la energía comienza a generarse desde la utilización de las proteínas.

Así como en el organismo hay depósitos de almacenamiento para los hidratos de carbono y las grasas, no ocurre lo mismo con las proteínas. Éstas componen los músculos y todos los tejidos. Entonces se inicia un deterioro de los músculos y de los tejidos. A medida que va pasando el tiempo, la supervivencia del caballo está más comprometida. Cuando el caballo pierde más del 50% de su peso el pronóstico de supervivencia es muy bajo.

 

*Fuente: artículo científico de una especialista en bienestar animal en la Universidad Davis de California, sobre una investigación basada en la realimentación y rehabilitación de caballos demacrados. Carolyn Stull, MS, PhD– Reprinted from The Horse Report with permission from the Center for Equine Health, School of Veterinary Medicine, University of California, Davis. Aug 21, 2012

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