La alimentación y el ejercicio en los caballos de competición

La dieta de un caballo de competición es diferente a la de un caballo de ocio.
La nutrición de los caballos que hacen deporte y compiten habitualmente debe mantenerlos en óptimas condiciones y mejorar su rendimiento.

Caballo y jinete saltando un obstáculo de competición

Hay tres factores que debemos vigilar para lograr el mayor rendimiento de un caballo de competición y para evitarle riesgos de salud que pueden afectar muy negativamente a su carrera deportiva:

Energía: demos a nuestro caballo de competición la que necesita. Ni más ni menos

Uno de los conceptos más importantes en cuestiones de alimentación es la energía.
La cantidad de energía ingerida a través de los alimentos que suministremos al caballo será decisiva, tanto para mantener una correcta condición corporal (ver artículo escala de Henneke) como para proveer al caballo de reservas energéticas suficientes para el trabajo que se le exija.

Si la cantidad de energía ingerida es menor que la energía necesaria para desempeñar el trabajo, el caballo adelgazará, mientras que si la cantidad de energía ingerida es superior a la requerida el caballo engordará.

Otro tipo de variable a tener en cuenta es el tipo de trabajo a realizar.
La demanda física de las distintas disciplinas hípicas es muy amplia:
no es lo mismo alimentar a un caballo de carreras, cuyo esfuerzo es muy intenso en un periodo muy corto de tiempo, que alimentar a un caballo de raid, donde el esfuerzo en intensidad es mucho menor pero, sin embargo, la duración es mucho mayor.

En cualquier caso, la realización de un ejercicio exige el aumento de los niveles de energía, agua, ciertos minerales (calcio, fósforo, cloro, sodio, potasio), y algunas vitaminas, fundamentalmente la vitamina E y C, y las del grupo B. Sin embargo, la necesidad de otros nutrientes como proteína, y vitaminas A y D apenas cambia.

Ni qué decir tiene que debemos dejar pasar dos horas por lo menos desde que le damos la ración de pienso hasta que ponemos a trabajar al caballo para no interferir en su proceso digestivo.

Binomio de jinete y caballo entrenando en doma clásica.

El calor: preferibles los concentrados, pero en su justa medida

El calor es otro factor que debe ser considerado cuando se alimenta a los caballos de competición sometidos a ejercicio.

El ejercicio es trabajo metabólico: el trabajo produce calor y el caballo debe disiparlo para realizar adecuadamente el trabajo.

Cualquier cosa que aumente el calor corporal, o interfiera con la capacidad del caballo para deshacerse del calor del cuerpo, puede afectar al rendimiento.
Obviamente, la humedad y temperatura ambiente pueden afectar dramáticamente a la capacidad del caballo para eliminar el calor corporal sobrante debido al ejercicio.

Pero también debemos considerar el calor producido por la digestión de los alimentos, ya que éstos actúan de diferentes maneras, tanto por su capacidad para retener agua como por la eficiencia de su digestión y utilización.

Por ejemplo, si comparamos los concentrados (bien sean granos de cereales o piensos preparados) frente a forrajes, estos últimos son más voluminosos, retienen y requieren mayor cantidad de agua en el sistema digestivo, son digeridos con menor eficiencia y producen mayor cantidad de calor en su digestión, por lo que alimentar a los caballos de competición con concentrados tiene ciertas ventajas.

Sin embargo el beneficio de estas ventajas debe ser sopesado contra el riesgo de producirse cólicos o infosuras (laminitis).

El estrés: vigilar el ejercicio del caballo y controlar el almidón

La alimentación del caballo de competición también influye en su grado de estrés.
Las raciones elevadas en almidón contribuyen a estresar a algunos caballos, ya que este polisacárido es una fuente de energía rápida y explosiva (energía caliente, ver artículo energías caballo) que con la digestión se convierte rápidamente en glucosa. Este pico de glucosa provoca que el páncreas del caballo segregue insulina para contrarrestarla. Y la insulina pasa al torrente sanguíneo del caballo, le excita y le estresa.

Pero ¿qué alimentos contienen mucho almidón?

Las raciones tradicionales a base de cereales sin procesar, como la avena, cebada, trigo o el maíz, y los subproductos de cereales como el salvado de hoja o las cuartas de trigo (si bien, estos subproductos contienen menos) .

En cambio, las raciones bajas en almidón pero ricas en grasas y fibras digestibles (energías frías), evitan estos picos de glucosa que tanto alteran a los caballos y previenen, así, parte del estrés. Concentrados para caballos de deporte como Sport Performance tienen en cuenta esta relación entre estrés y fuentes de energía en su formulación. Por otro lado, está demostrado que el ejercicio estresa, o pone en tensión, los sistemas del caballo. El estrés en el caballo está implicado en la etiología (origen) del comportamiento agresivo, úlceras gástricas, cólico, diarrea y disminución de la función del sistema inmune.

El estrés inducido por el ejercicio

Aunque el estrés inducido por el ejercicio es difícil de cuantificar, el mejor sistema hasta la fecha es medir el cortisol en plasma y el lactato. Y los resultados de dichas mediciones han demostrado que unos tipos de ejercicio son más estresantes que otros.

Por ejemplo, potros iniciados en el entrenamiento demostraron una respuesta clásica de estrés fisiológico (un aumento de cortisol en plasma y lactato) a medida que aumentaba el nivel de trabajo, así como cuando se producían cambios en el manejo diario y en la rutina. Por otro lado, caballos de salto experimentados no dieron señales de estrés fisiológico después de haber completado una competición.

Reconocer posibles factores de estrés y eliminarlos cuando sea posible es muy beneficioso para los caballos de competición sometidos a un determinado programa de trabajo.

Quilis campeón de clásica en Fiecval 2012 y cliente de Covaza

Alimentar al caballo con energía… ¿fría o caliente?

Los piensos deben aportar un equilibrio entre la energía fría y la energía caliente según el ejercicio a realizar.

Energía fría

Los caballos que realizan esfuerzos de poca intensidad pero prolongados, propios de disciplinas como el raid, el concurso completo y el enganche, necesitan piensos con energía ‘fría’:  procedente de aceites y grasas vegetales que se libera de manera lenta con el transcurso del tiempo.
Estos caballos deben evitar, en la medida de lo posible, piensos con altos niveles de hidratos de carbono (es decir, almidón).

Un ejemplo de pienso con energía fría es Covaza Sport Performance.

 

 

Sport Performance. Saco de 25 Kg.

Energía caliente

En cambio, los caballos que se ejercitan en disciplinas que precisan un esfuerzo intenso en un plazo de tiempo corto (carreras, polo) necesitan alimentos con energía caliente, proveniente de los hidratos de carbono no estructurales (almidón de los cereales), que se libera de manera inmediata.

Nuestra propuesta Covaza POLO Sport Mix.

Saco del pienso Covaza POLO Sport Mix

 

Los piensos deben aportar un equilibrio entre las dos energías según el ejercicio a realizar.

Pero en general, a no ser que nuestros caballos se dediquen a las disciplinas más ‘explosivas’, es más saludable que les demos piensos ricos en grasas y bajos en hidratos de carbono.
¿Por qué? Porque esta dieta tiene beneficios importantes para nuestro caballo como favorecer la disminución de la temperatura corporal durante la realización del ejercicio y prevenir enfermedades musculares habituales en caballos de deporte como la enfermedad de los lunes o rabdomiólisis recurrente crónica.

Para los que quieran una explicación un poco más científica, recomendamos seguir leyendo.

El combustible del caballo: los alimentos

Los alimentos son las sustancias que un organismo, en este caso el del caballo, toma del exterior y que, tras el proceso de la digestión y absorción, le proporcionan un conjunto de sustancias más simples denominadas principios inmediatos.

Estos principios inmediatos son las proteínas o prótidos, grasas o lípidos, hidratos de carbono o glúcidos.
Todos son indispensables para la vida del caballo: para su crecimiento y para la formación de reservas nutritivas que proporcionan energía para la actividad fisiológica de las células y de los tejidos, de la cual la parte más importante es la producción de calor (termogénesis) y el trabajo muscular del caballo.
Los alimentos son, en definitiva, el combustible que necesita el caballo para generar energía.

Estas sustancias nutritivas, una vez absorbidas y transportadas del tubo digestivo al torrente sanguíneo, sufren unas complejas transformaciones químicas y energéticas que se conocen con el nombre de metabolismo.

El metabolismo energético del caballo

Los hidratos de carbono y las grasas son los principios más eficientes para la producción de energía. Las proteínas también generan energía, pero de una manera más ineficiente.

Los granos de cereales y sus subproductos, así como los forrajes, son ricos en hidratos de carbono.
Los contenidos en los dos primeros se denominan hidratos de carbono no estructurales o de reserva, y los contenidos en los forrajes se denominan hidratos de carbono estructurales; es decir, que forman parte de la estructura vegetal, y son las hojas y los tallos de la planta.

Uno de los hidratos de carbono no estructurales más importantes es el almidón, el cual tras su metabolización se convierte en glucosa, que pasa a la circulación sanguínea y es utilizada inmediatamente para la generación de energía si la requieren los músculos. Si no es así, esta glucosa se almacena como glucógeno en el músculo y en el hígado para cuando sea necesario.

A partir de los hidratos de carbono estructurales también se genera energía, pero en menor medida y rapidez; tras su metabolización se convierten en ácidos grasos volátiles.

La obtención de energía a través de la utilización de los hidratos de carbono puede hacerse en presencia o en ausencia de oxígeno.
Sin embargo la generación de energía utilizando las grasas sólo es posible con presencia de oxígeno.

El metabolismo energético que se produce en presencia de oxígeno es un metabolismo aeróbico, y el que se produce en ausencia de oxígeno es anaeróbico.

El que se produzca energía bajo la presencia o ausencia de oxígeno dependerá de la cantidad de energía requerida por unidad de tiempo, si los requerimientos energéticos son bajos teniendo en cuenta el tiempo, la energía procederá del metabolismo aeróbico de las grasas principalmente.

Si las demandas energéticas siguen aumentando en la misma unidad de tiempo, la energía en su mayor parte vendrá por el metabolismo también aeróbico de los hidratos de carbono, y finalmente si los requerimientos energéticos son muy elevados por unidad de tiempo, el aporte de energía se dará a través del metabolismo anaeróbico de los hidratos de carbono.

Metabolismo aeróbico y anaeróbico en el caballo

Podemos pensar que no es importante que la energía provenga a través del metabolismo aeróbico o anaeróbico; la cuestión es que llegue energía a las células musculares para que éstas puedan desempeñar el trabajo físico.

Pues bien, la principal ventaja de utilizar el metabolismo aeróbico frente al anaeróbico es su mayor eficiencia, ya que la cantidad de energía liberada por la digestión de cada gramo de glucosa (que proviene de la digestión del almidón contenido en los hidratos de carbono no estructurales de los alimentos) es casi 20 veces mayor cuando se realiza a través del metabolismo aeróbico que cuando se emplea la vía anaeróbica.

Ya se llevan algunos años investigando científicamente raciones ricas en hidratos de carbono frente a raciones con un contenido en grasa más elevado y las conclusiones son las que hemos expuesto al inicio de este artículo.

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